martes, 30 de junio de 2015

Siempre Elsa

"Sí,  era dulce la vida aquella noche helada, en mi chalecito de Vicente López, cálido como un nido… 
Era dulce saber que en un piso mas abajo, Elena, mi mujer, estaría leyendo en la cama..."

"La verdad Ezra… Charlie no tenía idea de lo que es capaz de soportar una madre… a una madre no le interesa gran cosa el heroísmo en la guerra… mucho, mucho más le interesa el poco de ternura de cada día…las flores de todas las tardes, las pequeñas atenciones que Charlie no le hizo faltar, hasta ese mismo ocultarle su cobardía, lavaron todas las infamias del pasado, incluso la traición de Chemin des Dames."

Elena y Marta en El Eternauta 

Mort Cinder - La Madre de Charlie

Conocía a Elsa de algunos documentales. Cuando la ví por primera vez en el Frontera no lo podía creer. Le hacían un reportaje en una cabinita preparada para estudio de radio, que estaba a un costado en el centro de la carpa entre los Stands, casi enfrente de lo que por ese entonces era EL NUCLEO, el emprendimiento autogestionado de Historietas de Ricardo De Luca y Brian Janchez. En una de esas vueltas la ví adentro de la caja de vidrio, y si no fui el primero fui el segundo, estoy seguro, en advertirla y pegar la ñata. En un minuto todo el hall se llenó para verla y escucharla. Cómo batallaba. No sé cuanto tiempo habló. Pero no se movió nadie y cuando ella  sintió que ya había dicho suficiente, un aplauso cerrado colmó el aire que a ese momento era lo único que estaba vacío.
Tuve la suerte de que viniese a dar una charla al Centro Cultural UNGS en San Miguel tiempo después. Ahí contó con valor una historia que yo no sabía, que ingenuamente yo había idealizado. Su dolor, su lucha. Su no rendirse. Su claridad por defender la Historieta. Su valentía ante tantas adversidades. Su lugar como esposa y madre. Cómo no quererla, admirarla y emocionarse!
Hay, de las tantas historietas de HGO, estos dos fragmentos que se me vienen como potentes refucilos al recuerdo. La mujer que lo tiene todo, la dulzura del hogar que describe Juan, presintiendo esa felicidad en el relato que lo pone de regreso a su casa; y la entereza de una madre de un soldado inglés, a la que ninguna traición ni heroísmo le podrán ser tan importantes como el reencuentro con su hijo.

Nuestro padre quiera que estén juntos ya.